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Frágil felicidad

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Jean-Jacques Rousseau es uno de los máximos contribuyentes a la configuración de nuestra identidad moderna. Tanto sus coetáneos —Kant, Goethe, Hegel y otros— como los pensadores posteriores han vuelto una y otra vez a sus ideas y a su radical distinción entre naturaleza y civilización.

Este ensayo ofrece un análisis a la vez profundo y divulgativo de los puntos decisivos de la filosofía del pensador suizo, vertebrado en torno a una pregunta principal: ¿cuáles son las sendas que se abren ante el hombre enredado en la existencia y qué le espera a este al final de cada recorrido? Para responder a este interrogante, Todorov recurre a una lectura humanista y moral de los textos rousseaunianos. Existen tres caminos posibles: el de la naturaleza, el de la civilización y —camino intermedio— la senda moral, que reconcilia los dos primeros. Pero esta senda no conduce automáticamente a la perfección. Rousseau conocía mejor que nadie las debilidades humanas y nuestra necesidad de conformarnos con la precariedad existencial, de lidiar con los obstáculos de la vida y aprender a convivir con una frágil felicidad.

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8419406682 , ,

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    9788419406682

    Descripción

    Jean-Jacques Rousseau es uno de los máximos contribuyentes a la configuración de nuestra identidad moderna. Tanto sus coetáneos —Kant, Goethe, Hegel y otros— como los pensadores posteriores han vuelto una y otra vez a sus ideas y a su radical distinción entre naturaleza y civilización.

    Este ensayo ofrece un análisis a la vez profundo y divulgativo de los puntos decisivos de la filosofía del pensador suizo, vertebrado en torno a una pregunta principal: ¿cuáles son las sendas que se abren ante el hombre enredado en la existencia y qué le espera a este al final de cada recorrido? Para responder a este interrogante, Todorov recurre a una lectura humanista y moral de los textos rousseaunianos. Existen tres caminos posibles: el de la naturaleza, el de la civilización y —camino intermedio— la senda moral, que reconcilia los dos primeros. Pero esta senda no conduce automáticamente a la perfección. Rousseau conocía mejor que nadie las debilidades humanas y nuestra necesidad de conformarnos con la precariedad existencial, de lidiar con los obstáculos de la vida y aprender a convivir con una frágil felicidad.